Aclame al Señor toda la tierra.
Sirvan al Señor con alegría, lleguen hasta él con cantos jubilosos.
Reconozcan que el Señor es Dios: él nos hizo y a él pertenecemos; somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entren por sus puertas dando gracias, entren en sus atrios con himnos de alabanza, alaben al Señor y bendigan su Nombre.
¡Qué bueno es el Señor! Su misericordia permanece para siempre, y su fidelidad por todas las generaciones.
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